Santiago querido, ¿Qué has hecho para cambiar tanto?, ó ¿Qué te han hecho?, ó ¿Qué te hemos hecho?
Pensar que antes paseaba por tus calles de amanecida, sin riesgos; hoy a las ocho de la noche, ya eres un peligro. Pensar que antes disfrutaba con mis padres en el estadio, de tus clásicos universitarios; hoy sólo puedo acudir con mis hijos, a partidos intrascendentes.
Pensar que antes una tarde de lluvia, era una romántica postal; hoy se detiene la actividad ciudadana, por un común aguacero.
Pensar, pensar... estacionamientos licitados, restricción vehicular.
Pensar que hoy sólo tenemos 100 palabras ... para añorarte.
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