lunes, 27 de abril de 2009

Ha sido un gusto chocar con usted.

Me dirigía a mi acostumbrado primer lugar de trabajo del día, (en las mañanas lo hago en dos sitios diferentes) y de pronto en una esquina a mi izquierda, aparece un auto azul a baja velocidad, pero haciendo caso omiso a una señalización de “Ceda el paso”; aunque frené antes de llegar al cruce, el impacto fue inevitable. Detengo el motor, me bajo, doy un rodeo por ambos coches y una temblorosa muchacha desciende del otro vehículo. Sólo camina en silencio.
Inicié el diálogo:
- ¿Estás entera?
- Sí, ¿Y usted?
- Parece que también. ¿Oye, que no viste el letrero “Ceda el paso”?
- No sé, me confundí. Es que estas calles reversibles según la hora del día...
- Perfecto, yo también tengo mis reparos a este sistema; pero un “Ceda el paso”, es un “Ceda el paso”, independiente del sentido del flujo de vehículos.
- ¿Y ahora que hacemos?
- No sé pues... No estoy acostumbrado a chocar. Primero corramos los autos, porque estamos bloqueando el cruce.
De pronto, sin darme yo cuenta, me sorprendo al encontrarme retirando los restos de vidrios esparcidos en su asiento, para que pudiera subir nuevamente y ubicarse a un costado de la calle. Un transeúnte nos ofreció su ayuda, mientras un vecino de la casa de enfrente le traía un vaso de agua (me imagino que al menos, ella sentía un importante apoyo moral del mundo que la rodeaba).
Me mira mencionando su nombre e inquiriendo el mío.
A mi contestación agrego:
- ¿Y tú que haces?
- Soy Psicóloga; voy a una reunión en la Universidad. ¿Y usted?
- Soy Médico y voy a una consulta que está como a 10 minutos de aquí, o mejor dicho iba, porque con esto ya no podré ir.
Me pregunta:
- ¿No está enojado?
A lo que yo respondo:
- Bueno, no creo que lo hayas hecho intencionalmente. Y por lo demás, agradezcamos que nadie salió herido.
Esbozó una leve sonrisa, la que sólo duró hasta cuando yo aventuré una nueva (y crucial) interrogante:
- ¿Tienes seguro?
- Sí, creo...
Me mantuve en silencio (tal vez algo desesperanzado).
Inspeccioné ambos vehículos; en el suyo ya no existía la puerta del copiloto, la ventana pareció explotar, revisé su motor y estaba indemne. En el mío comprobé una importante pérdida de agua la que manaba aparentemente por un costado del radiador, una rotura en el parachoques y el quiebre del foco y señalizador izquierdos. Extraje de la guantera un atornillador, porque mi patente había quedado sujeta de un solo tornillo y el otro lo había recuperado de entre los restos de vidrios esparcidos por el pavimento. Un sello de mi parachoques apareció en el interior de su habitáculo.

Ella mientras tanto buscaba empecinada en una carpeta el número telefónico de su aseguradora. Luego hizo la llamada, y después de una breve discusión con quien estaba al otro lado de la línea, me confiesa con enojo pero haciéndome percibir sinceridad en sus palabras:
- Es que no puede ser. ¿Qué se habrán creído? Hace dos meses que me cortaron el convenio y nadie me había avisado...
Sólo la miré y volví sobre mis pasos ya andados, diciéndole:
- ¿Pero cómo no frenaste? ¿Pero por qué fuiste tan lesa? ¿Te das cuenta que en estos momentos tú podrías estar muerta; y yo camino a la cárcel?
- Sí, si lo se.
Bueno ya; pensemos que vamos a hacer ahora. Llama a tu Universidad para decir que no vas a ir, te noto demasiado nerviosa y como médico puedo dar fe que no te encuentras en condiciones de trabajar. Y yo avisaré lo mismo a mi consulta, al menos donde tenía que ir primero, ya veré después.
Durante esos minutos, varios autos pasaron por el sector; creo que tres o cuatro conductores me reconocieron, incluso más de alguno me hizo una cómplice venia... (yo; a las 10 de la mañana, charlando en una esquina muy lejana a mi hogar con una agraciada veinte añera... la suspicacia humana da para mucho...).
Luego de facilitarme su teléfono, (me había quedado sin batería, (Ley de Murphy) y tenía que llamar avisando a mi trabajo); me dice:
- Yo voy a comunicarme a la casa también.
Aún no lo había hecho, porque desde que avisó a la Universidad del percance, numerosas fueron las llamadas que recibió, y cada vez detallaba lo vivido con una creciente emotividad. Le pedía que no exagerara el relato, porque la frase “el auto quedó destrozado”, la encontraba de un dramatismo que rebasaba la realidad; era como mucho... Antes de llamar me quiso entregar sus datos; nombre completo, dirección, teléfono. Al mencionar su calle me pareció familiar (era como a 5 cuadras de la mía). Le dije:
- Tengo un amigo que vive por ahí.
Pero cuando me dio su apellido... presentí algo insólito...
- ¡Oye... tienes que ser pariente del Nano...!
- ¡Sí, es mi padre!
La afirmo de un hombro casi abrazándola, sintiendo cierta emoción y en tono un tanto protector le digo:
- Mira si tienes suerte chiquilla chica, yo crecí con él en nuestro barrio de niños. Vivía frente a mi casa y después se cambió una cuadra más allá. Nuestros padres también se conocían, y yo fui amigo además de tus dos tías y de tu tío, el mayor, que era atleta del Instituto Nacional, mi colegio. Si sólo el mes pasado me encontré con tu papá comprando en el supermercado y estuvimos conversando un largo rato.
- No lo puedo creer… Mucho gusto…Igualmente... ¡Vaya que manera de conocernos...!
Volvió a recuperar sus probables colores habituales y permaneció sonriente. Me dijo que teníamos un par de ángeles que nos habían protegido.

Acto seguido, comenzó a marcar el número de su padre.
- Llámalo y cuando conteste me pasas el teléfono. Yo le contaré.
- Pero no le diga que fui la culpable...
- Lo siento, la verdad ante todo. Y de tu culpa no te voy a librar...


En efecto, la joven llamó y le manifestó un escueto:
- Papá, un amigo de la infancia te va a saludar.
Una vez que establecimos un afectuoso diálogo, yo proseguí con una sorpresiva frase:
- Vas a tener que tomar nota de unos encargos que te voy a hacer; escribe: una puerta para el auto de tu hija, un foco delantero, un señalizador, una reparación de parachoques y probablemente de un radiador, para el auto mío.
Confundido, intrigado (y me imagino que también asustado) me contestó:
- ¿Qué pasó, chocaron? ¿Dónde fue, pero están bien?
Le conté brevemente la escaramuza (a esa altura ya casi tragicómica) en que nos había involucrado el destino.
Finalmente con mi compañera de aventura decidimos no acudir a Carabineros. Y es más, ella ya había perdido con esto su día laboral; por lo cual, horas más tarde la esperaría en mi otra consulta para otorgarle una Licencia Médica, porque yo en el cabal ejercicio de mi profesión había determinado que presentaba un cuadro angustioso reactivo, y así no podría trabajar ese día.
Pusimos en marcha los vehículos y con mucha precaución nos dirigimos hacia nuestros respectivos hogares. Le acompañé durante las 10 cuadras que recorrimos hasta nuestro punto de separación.
Fue así, como a las 13 horas, recibía en mi consulta del centro a una atribulada paciente, que hasta hacía tres horas atrás no conocía. Luego de comentarme ciertas molestias musculares, examiné su cuello y sus tobillos y al explicarle que todo me parecía bien, noté un atisbo de disminución en su sobrecarga emocional. Le extendí su licencia; (fue una atención médica sin costo por supuesto, caballero hasta el final) y momentos más tarde regresábamos amistosamente en el metro (incluso insinuó pagar mi pasaje). Ya para esa noche, yo figuraría como un nuevo contacto en su Facebook.
Por todo lo descrito; de sus reacciones deduje un subliminal: “Gracias señor, fue un gusto haber chocado con usted”.

Nota: como las cosas siempre ocurren formando parte de un todo en la vida; al día siguiente recibí la llamada de un colega, quien me decía que necesitaba una Psicóloga para su Centro Médico… y obviamente que lo ayudé; dándole su número telefónico a una profesional que había conocido intempestivamente sólo 24 horas antes.



Marcelo Fernández Romo.

El temido “Sr. Doctor”.

-Pregunta el pequeño Matías: ¿Mamá, porqué mi hermanito le tiene miedo al doctor?

-Yo, doctor; le contesto: No es justo; a tu hermanito ni siquiera lo conozco. Es más, hoy es la primera vez que viene a mi consulta y ya me teme.

¿Cuándo irá a ser el día, en que las madres, padres, abuelas y nanas, dejen de “meter susto” con el doctor?

¿Cuántas veces hemos escuchado?: “¡Tómate la sopa! O te llevo al doctor... y para que te pinche una inyección” (es decir, doble falta). Los pequeños ni nos conocen y ya les causamos temor.

Para mí, es un desafío diario quebrarles ese esquema a los niños. He trabajado con ellos durante muchos de mis años de profesión, atendiéndolos en sus propios colegios y jardines infantiles, y me he dedicado a demostrarles que el médico es su amigo; ya sea riendo con ellos, compartiendo algunas golosinas, o simplemente comentando juntos el accionar de sus personajes y super-héroes favoritos. Que fácil me resulta hacerles sentir que soy su amigo; y como se facilita la comunicación cuando se está frente a un amigo. Creo que toda prestación médica infantil tiene que ir precedida de algunos minutos en los cuales debemos interactuar con el realismo mágico de los niños, convertirnos en un personaje más de su entorno.

Siempre existirán las frases adecuadas para entrar en su mundo, dependiendo de las edades e inquietudes de cada uno de ellos: ¿Cuántos años tienes?, ¿Conoces a Mickey?, ¿Cómo se llama tu tía del jardín?, ¿Juegas fútbol?, ¿Te gusta Harry Potter?, ¿En qué colegio estudias?... etc. Hablarles en su idioma.

Siempre procuremos conversar con los pequeños en esos instantes previos a la consabida enumeración de síntomas y signos que nos van a referir sus padres, muchas veces angustiados.

Es nuestra responsabilidad, hacerles sentir que somos tan comunes y cercanos a ellos como lo son sus papás, sus abuelos, sus tíos, o sus vecinos. Disfruto encontrando a mis pequeños pacientes en el supermercado, en el servicentro, en la iglesia; que sepan que su doctor también va a la peluquería, juega tenis, o en una tarde cualquiera puede irse durmiendo en un asiento del metro.

No es bueno que nos “endiosen”, pero tampoco nosotros propiciemos ese endiosamiento...

Podremos ser grandes facultativos, tener innumerables Post-grados, importantes cursos en el extranjero, la pared tapizada de diplomas, etc; pero si no sabemos hacer sonreír a un pequeño... será mejor encaminar nuestros pasos, hacia otra actividad del que hacer médico.


Dr. Marcelo Fernández Romo.

miércoles, 22 de abril de 2009

Escribir te perpetúa, inténtalo.


Hasta el día de hoy viven junto a nosotros Cervantes, Machado, Neruda, entre muchos. Sus escritos han pasado a formar parte de nuestras vidas. (Como dijo alguna vez Antonio Machado: ”ni mármol duro y eterno, ni música ni pintura, sino palabra en el tiempo…”).

La invitación es a perder el miedo a escribir. No hay que buscar la perfección sintáxica, sólo hay que buscar la belleza de las ideas que fluyen de nuestro corazón.

Puedo aportar como experiencia personal, que la inspiración no es algo que acude a ti mientras la esperas sentado frente a un escritorio entre cuatro paredes; la inspiración eres tu mismo… porque todo aquello que logre impresionar a “tu neurona literaria”, a todo ello, yo lo llamo inspiración.

No busques un lugar para escribir

No busques una hora para escribir

Sólo busca muy dentro de ti

Sinceros pensamientos que compartir.

Los escritores famosos son muchos. Los escritores en potencia, más aún.

Quien habría pensado sin ir más allá, que este artículo escrito en una hoja de cuaderno, de pié, como un pasajero más del metro… hoy tu lo estarías leyendo en este importante aviso.


Marcelo Fernández Romo.

Trailer de "El Parra que Falta"

martes, 21 de abril de 2009

Celebrando el Día del Libro en I.M.L.P.




Café Literario
Jueves 23 de Abril.
20 Hrs.
Biblioteca I.M.L.P.



Entrega del libro
“De tiempos y Encuentros”

Una recopilación de la muestra literaria dada a conocer en el Café Literario del año pasado y en los días previos, a través de afiches y de este medio.

Escritores invitados

Felipe Kong Aránguiz

Joven valor, ex alumno del Instituto Miguel León Prado, estudiante de Filosofía y primer premio de Concurso Nacional de Ortografía 2004.

Víctor Hugo Díaz Riquelme
Premio Pablo Neruda 2004.
Libros publicados: "La Comarca de los Senos Caídos"(1987), "Doble Vida" (1989), "Lugares de Uso" (2000), "No Tocar" (2003), "Falta" (2007).

Mario Carvajal
Escritor de libros infantiles.
"La Polilla del Baúl", "La Pequeña Noche" entre otros.

Gabriela Serrano
Poeta nacional que ha publicado obras en España.


Música en Vivo

Óscar Parra Sandoval
Tony Canarito.
Cantor popular de destacada trayectoria, dedicado a la música folclórica.

Il Kona
Música latinoamericana y poemas musicalizados.


Además,

Centro de Alumnos y el Electivo Humanista han estado preparando diversas actividades que se desarrollarán durante el día en el colegio, enfocadas especialmente para los estudiantes. Éstas contemplan obras de títeres, dramatizaciones y exposiciones visuales en el Aula Magna (ésta última se desarrollará todo el día hasta las 19:00 Hrs.).