"Los derechos humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales. La plena participación, en condiciones de igualdad, de la mujer en la vida política, civil, económica, social y cultural en los planos nacional, regional e internacional y la erradicación de todas las formas de discriminación basadas en el sexo son objetivos prioritarios de la comunidad internacional".
Declaración y Programa de Acción de Viena, parte I, párrafo 18
A menudo, los medios de comunicación nos despiertan con otro caso de femicidio. Las estadísticas dicen que una de cada tres mujeres en el mundo es víctima de maltrato y que en nuestra Región Metropólitana, el 50% ha sufrido algún episodio de violencia.
La violencia vende, tanto como la silicona en las portadas y no así otras situaciones, que afectan a la mujer y donde la posibilidad de defensa es menor o nula.
La medición estadística de las remuneraciónes de hombres y mujeres, realizando un trabajo similar y en igual cantidad de tiempo nos dice que ellos ganan más. Resulta que la diferencia es aún mayor en cuanto más alto es el grado de instrucción para el desempeño del puesto en cuestión.
Claro que ésto es mencionado, de repente y de paso por los medios y sin ninguna consecuencia, que pudiese llevar a una igualdad de condiciones y considerando que de toda la fuerza laboral, la femenina supera el 46% y sabiendo que en zonas urbanas una de cada cuatro, son jefas de hogar.
Otro gran tema son conflictos armados, la lucrativa industria de la guerra atenta contra todos, golpeando muy fuertemente a la mujer, desmembrando su familia y proyecto de vida, la sociedad e instituciones que la sostienen, debiéndo muchas veces, constituirse en sostenedoras de sus hogares, en circunstancias que la precariedad de su condición de vida, no les ha permitido, en muchos casos, el acceso a la instrucción. Obligadas a mudarse, de esa tierra ahora infértil, a una zona que no es la suya, lejos de su tierra, esa de pobreza que fue la escogida para campo de batalla.
Considerando, también que suelen ser utilizadas como esclavas sexuales a modo de incentivo para soldados en el frente, aunque parezca increíble, la violación y el abuso contra las mujeres no está tipificado como un crimen de guerra.
Amnistía Internacional, en su gran informe sobre mujeres en conflictos armados, afirma que la violencia contra ellas “no es espontánea sino organizada, aprobada y tolerada en el marco de una estrategia política calculada”.
La violencia vende, tanto como la silicona en las portadas y no así otras situaciones, que afectan a la mujer y donde la posibilidad de defensa es menor o nula.
La medición estadística de las remuneraciónes de hombres y mujeres, realizando un trabajo similar y en igual cantidad de tiempo nos dice que ellos ganan más. Resulta que la diferencia es aún mayor en cuanto más alto es el grado de instrucción para el desempeño del puesto en cuestión.
Claro que ésto es mencionado, de repente y de paso por los medios y sin ninguna consecuencia, que pudiese llevar a una igualdad de condiciones y considerando que de toda la fuerza laboral, la femenina supera el 46% y sabiendo que en zonas urbanas una de cada cuatro, son jefas de hogar.
Otro gran tema son conflictos armados, la lucrativa industria de la guerra atenta contra todos, golpeando muy fuertemente a la mujer, desmembrando su familia y proyecto de vida, la sociedad e instituciones que la sostienen, debiéndo muchas veces, constituirse en sostenedoras de sus hogares, en circunstancias que la precariedad de su condición de vida, no les ha permitido, en muchos casos, el acceso a la instrucción. Obligadas a mudarse, de esa tierra ahora infértil, a una zona que no es la suya, lejos de su tierra, esa de pobreza que fue la escogida para campo de batalla.
Considerando, también que suelen ser utilizadas como esclavas sexuales a modo de incentivo para soldados en el frente, aunque parezca increíble, la violación y el abuso contra las mujeres no está tipificado como un crimen de guerra.
Amnistía Internacional, en su gran informe sobre mujeres en conflictos armados, afirma que la violencia contra ellas “no es espontánea sino organizada, aprobada y tolerada en el marco de una estrategia política calculada”.
Joan Manuel Serrat interpreta este poema, que pertenece a Miguel Hernández; lo escribe en la cárcel, durante la Guerra Civil Española, luego de la visita de su esposa, quien le cuenta que sólo tiene un par de cebollas como alimento y debe amamantar a su pequeño hijo.
María Eugenia Sánchez Núñez
María Eugenia Sánchez Núñez
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