Había un escenario, mesas dispuestas alrededor en donde se servía café a quien se quisiese integrar. Algunas alumnas de Enseñanza Media vestidas a la usanza de los años 40, como de la época del charleston tenían en sus manos unas bandejas, llenas de hojas con poemas impresos, que ofrecían a la concurrencia. Alrededor del patio, algunos alumnos hacían “graffitis”, sobre unos enormes papeles adosados a los muros.
Sobre el escenario comenzó un desfile de poetas, intercalado con música en vivo; todos eran alumnos. El encargado de Cultura de entonces, Vittorio Allende, estaba con ellos.
Conté a otros lo que estaba pasando y logré integrar a otro apoderado. ¡Qué bien! Pensé que estupendo que los alumnos tengan estos canales de expresión, pero que lata que me enteré sólo porque pasé por ahí.
Otros encuentro siguieron: uno tenía como fondo motivador “Altazor” de Vicente Huidobro, fue en el auditórium. Proyecciones en un telón y Vittorio presentando a poetas locales que subían al escenario entre pétalos de rosas.
La imaginación se desplegó, luego, en encuentros de inspiración diversa: personajes femeninos en la literatura, el principito.
Unos alumnos de básica realizaron uno, que aunque ofrecido sólo a su curso, se inspiró en la historia de Condorito, logrando que la mayor parte de su curso asistiese y se atreviesen a leer sus creaciones literarias y otros a expresarse a través de la música.
Un apoderado forma, por entonces un grupo de encuentro que gira alrededor de la apreciación artística y el pensamiento crítico; se llamó “Café Literario”, como una forma de extender los gratos momentos vividos. Se apuntaba al debates, lecturas, cine y hasta un retiro para conocer y comentar la constitución pastoral Gaudium et Spes (Gozo y Esperanza), en cuanto al capítulo que se refiere a las acepciones del Cultura.
Otros vinieron después: "Café y sus Piernas", "El Místico Llamado de la Tierra" y "El Hipnótico caleidoscópio" (ver entradas año 2007).
Importantes invitados pasaron por algunos como, por ejemplo, José Miguel Varas.
De una experiencia única. El objetivo del café en cuestión era encantar atraer a apoderados, aunque no excluía al resto de la comunidad. Fue todo un éxito de concurrencia. Se llamó “Hojas y Letras en Otoño”.
Sin duda, todas experiencias para repetir y no perder esta forma de encontrarse, conocerse y divertirse.
María Eugenia Sánchez Núñez